Reflexión Dominical del 2 de Febrero de 2020
En el ritmo de la Liturgia en la Iglesia Católica, el tiempo de Navidad terminó el 12 de enero con la celebración de “El Bautismo del Señor”. Sin embargo hoy se celebra la fiesta de la “Presentación del Señor” que durante mucho tiempo se la llamó “La purificación de Santa María”, que se puede contemplar en el marco de la Navidad, ya que hace cuarenta que se celebró
Esta fiesta es como un momento de paso, en la liturgia del Tiempo de Navidad al de Pascua (la Cuaresma va a iniciar pronto, 26 de febrero).
María y José, fieles y piadosos seguidores de la ley, van al templo a cumplir con la prescripción de “purificación” de la mujer, legalmente “impura” al dar a luz. María como pobre, presenta dos aves como ofrenda y expiación. También ofrece a Jesús al Señor, y así cumple con la prescripción que servía para expresar la pertenencia del pueblo por medio de la ofrenda y rescate del primogénito.
En el texto del Evangelio, Lc 2, 22 – 40, aparece que por encima de las apariencias – una mujer pobre que lleva a su niñito al Templo – una serie de revelaciones muestran la personalidad y el futuro ministerio del Niño. Primero Simeón presentado con elogios: “justo y temeroso de Dios”, esperaba el cumplimiento de las promesas hechas al pueblo acerca de la redención mesiánica, y “en él moraba el Espíritu Santo”. Además se le había hecho una promesa personal: no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Al encontrar a la familia, prorrumpe en una alabanza al Señor por el cumplimiento de sus promesas en ese pequeñito. Lo señala como el Salvador (es el significado del nombre de Jesús) y anuncia lo que el Niño llegará a ser.
“Una vez que José y María cumplieron lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él”.
Es el crecimiento total del hombre Jesús en quien reside la plenitud de la gracia; él es la Sabiduría de Dios, que un día se manifestará.
Se puede orar con las palabras de la oración de la Misa: “Dios todopoderoso y eterno, suplicamos humildemente a tu majestad que así como en este día fue presentado al templo tu Unigénito en su realidad humana como la nuestra, así nos concedas, con el espíritu purificado, ser presentados ante ti”.
Que el Buen Padre Dios les acompañe siempre.
Antonio González Sánchez