Reflexión Dominical del 18 de Octubre de 2020
Es indudable que la Palabra de Dios escrita en la Biblia que se proclama cada semana en la misa dominical es un alimento, una orientación y una reflexión para el creyente.
Este domingo se puede decir a quien debemos servir a Dios o a los hombres.
En la primera lectura tomada del libro del profeta Isaías, 45, 1. 4 – 6, Dios se vale de un rey no judío, Ciro, para realizar sus planes, porque Dios saca bienes de males, “Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido, te llamé por tu nombre y te di un título de honor, aunque tú no me conocieras. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios”.
Y san Pablo en la segunda lectura tomada de la carta a los Tesalonicenses, 1, 1 – 5, dice: “En todo momento damos gracias por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor”.
Y frente a esta doble invitación a renovar la fe en el Dios verdadero se presenta el texto evangélico, presentado por san Mateo: 22, 15 – 21, en donde el evangelista presenta a los fariseos buscando la manera de hacer caer a Jesús, y, por decirlo así, lo tientan para ver si cae. No hay que olvidar que Diablo quiere decir “El Tentador”, y la pregunta que le hacen es: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con la verdad el camino de Dios y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?
Es interesante contemplar a Jesús como un hombre totalmente libre que no se deja atar por las alabanzas; ni tampoco por el miedo que pude generar la reacción de la gente.
Ya lo dije se le tiende una trampa a Jesús: Jesús solicita la moneda donde está grabada la efigie del César, por lo cual se reconoce la soberanía del César. Y Jesús responde “al César lo que es del César”.
Pero es más interesante la segunda parte de la respuesta de Jesús: “a Dios lo que es de Dios”. Que esto viene a confirmar lo que ya dijo la primera, y la segunda lectura. Jesús distingue claramente quien es Dios, e invita a cumplir con los compromisos sociales siempre y cuando no vayan en contra de la enseñanza de Dios. Esto presupone una conciencia del creyente madura, iluminada por la fe y animada por la caridad.
Que el buen Padre Dios conceda a todos los creyentes la claridad para saber poner a Dios en primer lugar en todas sus actividades. Conscientes que cuando se aporta algo para mejorar la sociedad, se está sirviendo a Dios y cumpliendo su voluntad.
Que el buen Padre Dios les conceda su paz, amor y alegría.
Antonio González Sánchez